viernes, 31 de octubre de 2014

"Vergúenza hay que tener sólo para pecar"



Hace unos años, en esta ciudad nuestra tan fina, tan chic y con tanta clase, decir que comprabas la ropa en Zara era poco menos que confesar que eras asidua del mercadillo. Hoy, afortunadamente, se ha ido descolgando la tontería y hasta los franceses vienen aquí a comprar en “Sagá”.

También hace unos años, cuando abrieron sus tiendas las cadenas de supermercados de descuento Lidl y Dia (la una alemana, la otra española), casi nadie quería ir a comprar allí porque… ”¿y si me ven?”.

Es decir, y esto es tan viejo como el hilo negro, que había que cuidar las apariencias por encima de todo. Esos supermercados son para…ya se sabe, gente de otra forma de vivir o para dejarnos de eufemismos, para pobres e inmigrantes.

¡JA! De verdad que tenemos lo que nos merecemos, nos lo ganamos a pulso día a día (broma fonética). Porque hay uno de estos centros en la misma Bretxa y claro, como es TAN barato, pues va gente de todo pelaje y el ama de casa de toda la vida (la etxekoandre de bien) no va a ir a ese sitio a comprar porque, será más barato, claro, pero vienen los productos de vete tú a saber dónde y así y…no, no, quita, quita.

Tonterías. Estupideces. Pero a lo que vamos.

Pues resulta que hace muy poco he descubierto en mi propio barrio un supermercado de descuento de la empresa DIA. Como está en una calle que no me pilla a mano ni me había enterado. ¿Cómo es posible que no me hayan hablado de esta tienda mis amigas, mis vecinas, mis conocidos y conocidas? Si aquí se sabe todo y se habla de todo…

Así que lo ví, aparqué el perro en la puerta y entré a curiosear. Había productos de casi todas las marcas conocidas que se anuncian en tv y además, claro está, la marca blanca. Al precio de marca blanca, pero que MUY blanca. Como no tenía previsto hacer la compra, me limité a adquirir una barra de pan de leña, de esas crujientes con harina por encima, al módico precio de 50 cts. La misma barra de pan por la que piden 1,30€ en la “boutique del pan” de la esquina. ¡JA!

A los pocos días, cuando ya tenía una lista de cosas para comprar, agarré mi “carrico del helado” y me fui derecha a dicho supermercado. Compré lo que tenía que comprar y a la hora de hacer la cola para pagar -con tan sólo una caja operativa-…empecé a observar. Para empezar, había poco público. Acababa de pasar por delante de un SuperBM, un SuperAmara y un Eroski y todo el barrio estaba afanado en sus compras arrastrando carritos y bolsas reciclables. Pero allí, en el DIA de Eustasio Amilibia, estábamos cuatro y el tambor.

Miré a las personas que formábamos la cola y pude hacer la siguiente lista (mental). 50% de inmigrantes; el resto, jubilados, prejubilados y parados. (Lo de parados me lo he imaginado o lo he supuesto, porque tenían una mirada entre triste y desesperada. A los otros grupos se nos identifica claramente, incluyéndome a mí en el de prejubilada). Nada de amas de casa “de toda la vida”, no, ni hablar. Inmigrantes y personas mayores, algunos chavales comprando refrescos y bollería industrial… y poco más.

Entonces comprendí. Comprendí aquello que me decía mi abuela de que: “Vergüenza hay que tener solo para pecar”.

Desde entonces, vuelvo allí cada vez que me hace falta algo que puedo comprar a mitad de precio que en otro sitio. Y no me da vergüenza ninguna. A la vista está.
 
En fin.
 
LaAlquimista
 
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