miércoles, 19 de febrero de 2014

Cosas que una olvida del matrimonio


Mi estado civil es el de divorciada lo que implica que he conocido las mieles y las hieles del estado civil del matrimonio; el divorcio, cuando es deseado, aporta básicamente la sensación de paz. Ya ha terminado todo, ya puede uno levantarse a la mañana siguiente y decir: “la vida recomienza ahora”. Y por puro instinto de supervivencia olvidamos grosso modo las vivencias que iban en el paquete completo del matrimonio, una especie de barrido general de situaciones pasadas. Empezar de cero que se dice.

Pero no siempre es posible, de hecho, no siempre es aconsejable, hay vigas maestras que es mejor no mover de su sitio, costumbres y rutinas que soportan la estabilidad y la autoestima, no todo tiene que ser nuevo y diferente.

Las cosas buenas que uno olvida del matrimonio son aquellas que no pueden comprarse con dinero. Por ejemplo: lo calentita que está la cama en invierno. Sí, ya sé que para que te calienten la cama no hace falta casarse pero para que venga alguien en plan “manta humana”, hoy sí y mañana ya veremos pues no vale la pena comprarse un camisón nuevo.

Es lo que tienen los calores de Agosto, que me hacen sentir la añoranza del calor cotidiano, sencillo y confortable del invierno.

Afortunadamente, en cuanto llega el otoño se me olvidan estas debilidades mentales y ya vuelvo a ser yo misma.

En fin.

LaAlquimista

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