miércoles, 12 de febrero de 2014

La ropa sucia se lava en casa




De todas las historias hay dos versiones como mínimo. En los tiempos del dictador –en el cine español- se hacían dos: una de acuerdo con los parámetros inquisidores de los censores y otra ‘para el extranjero’, es decir, para poder presentar la película fuera de la frontera camuflando la opresión, la estrechez de miras, la ausencia de libertades que nos atenazaba a los ciudadanos en general y a algunos en particular.

No sé si hemos cambiado mucho. En términos cinematográficos supongo que sí, que sólo hay una versión del guión original y punto. Pero en términos domésticos… la de ‘culebrones’ familiares que se maquillan, distorsionan, censuran y adecuan para que sean autorizadas para todos los publicos.

Decía mi abuela –como tantas en su época- que “la ropa sucia se lava en casa” y me parece que tenía razón, no en el planteamiento en sí –que habría que analizar- sino en la vigencia del pensamiento de marras.
Así pues, la tía solterona (pobrecita ella) que vive desde hace veinte años ‘con una amiga’, en su versión original es la tía lesbiana (por Dios!) que vive como le da la gana y haciendo de la libertad su bandera. Existe también el guión de la hija que se fue de casa a los diecinueve (un espíritu inquieto, una cabeza de chorlito) que en su versión original es la chavala que se quedó embarazada y a la que sus padres empujaron a marcharse para no ensuciar el buen nombre de la familia y que tiene –por Ley- un hijo (un nieto, un sobrino) al que no se presenta en sociedad pero que es tan heredero como los bautizados en la parroquia del barrio.

Pero el caso que más me gusta es uno bien habitual; ese del padre que abandonó a su mujer y a sus hijos cuando éstos eran unos críos y arrastra el baldón y capirote de (canalla, mal hombre, sinvergüenza)
y que en su versión original llegó a un ‘acuerdo’ con su esposa (madre, hermana, tía, abuela de cualquiera de nosotros) para seguir manteniendo a la familia económicamente y ‘hacer su vida’ –hace treinta años las separaciones no estaban bien vistas- porque la convivencia entre los esposos era un auténtico infierno. Y él se queda con el sanbenito y ella con el título de ‘mártir’.

Y como de todas las historias hay dos versiones y en todas partes cuecen habas y en mi casa a calderadas, se me ha ocurrido que hay muchos mitos domésticos o familiares que habría que desmontar por aquello de que ahora viene la ley dando estocadas con lo de la custodia compartida de los hijos de padres separados y aquí se van a contar más historias en ‘versión para el extranjero’ que en ‘versión original’. Para seguir lavando la ropa sucia en casa.

En fin.

LaAlquimista

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