martes, 11 de febrero de 2014

Cuando vienen mal dadas


Una está tranquilamente pasando por la vida procurando hacer el menor ruido posible, intentando que el equilibrio entre lo que se quiere hacer y lo que se puede sea suficiente para no tener que torcer el gesto, mirándose con lupa por los adentros en busca de ese riachuelo de paz que fluye –siempre fluye- pero que a veces es esquivo y pinturero como los ojos del Guadiana.

Y llega el lunes y ZAS, garrotazo. Es un detalle que los enanos no trabajen los fines de semana, que ellos también se dediquen a adiestrar enanitos y dar saltos en el fútbol o a babear con el mando en el sofá de la sala y dejen sus barrabasadas para la semana laboral.

Pero más se perdió en Cuba (que decían en la época de mi abuelo) y por minucias económico-laborales no voy a desintegrarme; ni por fruslerías afectivo-amorosas; ni mucho menos por pequeñeces salutíferas. O sea, resumiendo, que vienen mal dadas y tengo que correr al cofrecito secreto donde guardo mis pastillas mágicas de filosofía y tomarme dos con el desayuno, comida y cena.

El frigorífico hace escarcha, la lavadora no me centrifuga, la cisterna del baño pequeño hace glugluglu continuamente, me desbordan todos los días el buzón de propaganda y los pantalones de primavera del año pasado no me entran. A cambio me han llamado de mi banco favorito para ofrecerme un fantástico crédito instantáneo de unos cuantos miles por un interés fantástico también (de fantasía waltdisneyana), he sido seleccionada (no es broma) entre miles y miles para optar a un magnífico Audi (Internet dixit) y me ha escrito una chica rusa llamada Layka (qué mona, como la perrita) informándome de que ‘ella mujer rusa mucho cariños y gustar mucho mujer española’.

En fin. Me voy a Zara a comprarme algo.

LaAlquimista

    http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

Por si alguien desea contactar:
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