martes, 18 de febrero de 2014

Una de cal y una de arena




La vida es esa gran traidora en quien nunca se puede confiar. Nos engaña con sus cantos de sirena arrojando nuestra pequeña barca de ilusiones y afanes contra la rompiente asesina. La vida no hace promesas porque sabe que no las va a cumplir. Nos incita, eso sí, a hacer la apuesta arriesgada sabiendo que hará trampas. Quiere, necesita, que el requiebro sea constante, esconde las piezas que faltan, aviva las corrientes de aire, que nadie se confíe.

Pero es también la amiga inmensa que tiende sus brazos acogedores para mitigar nuestra zozobra y secar nuestras lágrimas. De ella se puede esperar la entrega de un amante, el gozo de unos besos, la paz del descanso compartido. Y a veces nos lo da.

A ella le pedimos el regalo de los hijos, la visita de la luz, la ausencia del dolor. Y a veces nos lo da. Canta su canción dulce y melodiosa y ese instante efímero se hace eterno, sosiega el espíritu, adormece el corazón. Pero sólo a veces.

A la vida hay que darle una de cal y otra de arena para que esté contenta y no se aburra y nos deje seguir jugando con ella hasta que se nos acaben las fichas. Y el que no sepa hacer bien el truco no se va a divertir. Seguro que no.

Aunque a veces haya sorpresas. Pero sólo a veces.

En fin.

LaAlquimista

        http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50/

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