jueves, 20 de marzo de 2014

Abuse Ud. de una prejubilada...

 
De verdad, esto es increíble, que me he tenido que comprar una agenda para ir apuntando las citas, como si llevara la Secretaría de un Ministerio, no me había pasado nunca porque, antes, cuando trabajaba, como no tenía apenas tiempo libre y el poco que tenía estaba más que adjudicado de antemano –un curso entre semana, la cena de los viernes con las amigas y el finde para la familia y el novio- pues era fácil no equivocarse, pero ahora las cosas han cambiado, como la gente sabe que ya no ficho a las ocho de la mañana han decidido compartir “su” tiempo libre conmigo y no doy abasto.

Así que ahí está la amiga que no trabaja –a la mantiene el marido- y que le apetece salir a pasear de buena mañana aprovechando que no llueve; luego está la otra que está en el paro –que se mantiene ella sola como puede- a quien le gusta quedar a tomar café a media mañana; la que trabaja de siete a tres le conviene quedar a comer algún día cuando sale del curro-que los niños comen en la jangela y tiene libre hasta las cinco. Está también el amigo jubilado adorador de películas que me llama para visionar lo que ponen en las casas de cultura cuando no hay una V.O. en el cine del barrio. Y una prima que se aburre y me llama a todas horas –o eso me parece a mí- para salir “a dar una vuelta” por la tarde. A todos les voy haciendo hueco en mi agenda generosa y cariñosamente, pero…

El caso es que ayer lunes tenía cita a las 9.30 con la amiga paseante; ya me había calzado las andarinas y puesto mi chándal cuando suena el “plink” del móvil anunciando la entrada de un sms. Vaya por dios, “kdamos mñna msma hora.muaks”, así que me fui a andar sola pensando en que saldría a la tarde con la prima para tenerla contenta. Pero me llamó a la hora de comer para decirme que le venía mal, que mejor el miércoles, -chica imposible-, le dije -el miércoles he quedado con X para ir al cine-, -ah, vaya, bueno pues el jueves, vale, vale.-

El martes me llamó a primera hora la “del cafecito” para decirme que le había surgido un imprevisto y volví a cambiarme el chip y me quedé en casa haciendo mis cosas (que las tengo); desayuné fuerte para aguantar hasta las tres y media porque había quedado con mi amiga “la de ir a comer” y, obviamente, ese día no cociné. Pero me llamó a las dos y media para decirme que tenía una comida de trabajo con su jefe así que malcomí cualquier cosa con un cierto sabor amargo en la boca. Y cuando llegó el miércoles y me llamó X para anular la sesión de cine porque venía no sé quién de Bilbao empecé a jurar en arameo y todavía no he parado.

Tengo pendiente dejar las cosas en su sitio y bien claritas. Que porque yo no tenga una jornada laboral como tenía antes tengo muchísimas cosas que hacer mejores que estar haciendo citas, anulando citas y apuntando y desapuntando en la agenda a conveniencia de los demás. Antes no pasaba esto, caray, que cuando quedabas, quedabas y tenía que pasar algo más bien gordo para anular una cita. Así que se acabó lo que se daba: ya no “recibo” más que los fines de semana y fuera de horas de trabajo. A partir de mañana mi tiempo es mío, no de los demás para que me lo descalabren a su conveniencia.

Hablando del tema, parece que hay una opinión generalizada de que los que estamos pre-jubilados nos aburrimos y pegamos saltos de contento cuando alguien nos llama para salir, que no digo que no haga ilusión, pero esa no es una realidad, sino un prejuicio. Alguien nos ha puesto mala fama, debe ser el síndrome ese que pillan los que no tienen más actividad que realizar que levantarse por la mañana, ir al trabajo, volver a casa por la noche, ve la tele y meterse a dormir, y que cuando se jubilan se agarran una depresión de caballo porque no saben en qué emplear tanto tiempo libre… pero no todos somos iguales.

Anuladas todas las citas hasta nuevo aviso.

En fin.
http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista
Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

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