sábado, 15 de marzo de 2014

Me ha explotado el armario


Bueno, es una forma de hablar, porque la bombona de butano no la guardo ahí, pero sí que es cierto que ha reventado literalmente. Es un armario “home made”, es decir, de bricolaje casero, de cuando montábamos casa (allá por el pleistoceno) claveteando tablas de aglomerado los fines de semana. Hacíamos lo mismo que hace Ikea pero a pequeña escala, una barra de metal bien encastrada de lado a lado de la pared y colgando de ella unas ciento cincuenta perchas con mi “fondo de armario” y los trapillos de todos los días. Lo que pasa es que, cuando me divorcié, invadí la parte liberada del armario (y todo lo demás que se me liberó) y no sé cómo lo he hecho en estos últimos tiempos, -a pesar de la limpieza pre-temporada, que tengo ropa para los próximos veinte años y hasta para hacerme el sudario.

Así que, cuando me llamó el otro día mi amiga hondarribitarra para “ir de compras” casi me da un ataque de risa. De verdad, que no hay perdón de Dios, que no digo yo que la gente joven no necesite comprarse trapos cada dos por tres para apuntalarse la autoestima, que yo tampoco salía dos sábados seguidos con la misma ropa y si no estrenaba algo cada vez casi prefería quedarme en casa, pero ahora, con los cincuenta por bandera, con la misma talla desde hace casi diez años (la 42 y que no suba, virgencita), la ropa buena no se hace vieja, aguanta temporada tras temporada y no sé cuál podría ser la excusa para comprarme algo nuevo.

Porque tengo (contados) 3 pantalones negros, dos grises, uno marrón, uno verde oscuro y uno azul marino, todos ellos de invierno. Con sus correspondientes blusas a juego y sus blazers o chaquetas. Los jerseys los tengo por colores y hay para el arco iris y luego están las faldas, cortas, muy cortas y las que ya no me caben, eso sin contar los vestidos “de todo tren”, que lo mismo me sirven para ir a un funeral que a una cena de medio pelo con ínfulas. Tres cazadoras cortas, una parka y un abrigo tipo Matrix, todo ello de cuero y luego el abrigo estrella de esos de piel vuelta y forrado por dentro. Más el abrigo de paño negro, el verde y el de colores que me traje de Paris.En el armario de otra habitación lo de verano. Y los zapatos aparte.
Ah, y las botas en su caja, debajo de la cama.

Y no sigo porque ya me está dando vergüenza, pero estoy segura de que todas andamos igual, que voy a casa de mis amigas y tienen el doble que yo (y eso que yo no uso marcas, eh, que conste, que por el precio de un bolso de Prada me voy una semana a Paris), y por eso ya no voy de rebajas ni de no-rebajas que no quiero más ropa, para qué, si total, para estar guapa me sobra todo (a eso se le llama tener la autoestima en su sitio) e ir de tiendas “a ver si hay algo interesante” es una soberana estupidez.

Pues lo que decía, que la barra metálica se ha salido de su enganche debido al peso soportado y mi habitación es como la de Sarah Jessica Parker cuando no sabe qué ponerse para ir al Met. Unos tres metros cúbicos de ropa por el suelo. Esto me supera. Ante tamaña debacle no me queda más remedio que dormir esta noche en la habitación de mi hija mayor. Mañana será otro día.

En fin.

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

*Post de hace tres años. Ahora el armario es nuevo, tipo japonés, pero sigue habiendo demasiadas cosas dentro...

Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

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