domingo, 23 de marzo de 2014

¡Qué bonito es ser mayor!

 
De verdad de la buena, cada día que pasa estoy más contenta de tener la edad que tengo, de saber lo que sé –lo suficiente para desenvolverme en este mundo proceloso- y de haber superado la época en que me daba miedo la vida… Sobre todo estoy feliz de haber cruzado la frontera de los cincuenta sin hacer alharacas, ni echarme encima traumas y complejos innecesarios. ¿Qué tontería es esa de las crisis cuando se cambia de década? Quien esté predispuesto a sufrir y a sentir que por cumplir años uno se queda fuera del circuito allá él, pero conmigo que no cuente.

Ayer por la noche tuve una experiencia nueva y diferente. (No, no fue en posición horizontal…) Tuve la suerte y la oportunidad de que un buen periodista con un programa divertido en Teledonosti (el buen profesional es Mitxel Ezquiaga y el programa “Keridos monstruos”) corriera el riesgo de invitarme a participar en su tertulia de los martes y allí me fui más feliz que el “pipas” y eso que yo no me he puesto delante de una cámara más que a la entrada del banco cuando voy a pagar las multas de aparcamiento. El caso es que –qué casualidad- va y me meten en un grupo de jóvenes opinantes.

–“Vaya, pensé, ya estamos buscando el contraste. Hablemos de amor, de ligoteo, de sexo y a ver qué dice la “carroza” esta…” Pero ya, ya… si se piensan que me voy a cortar un pelo…”

Después de lo que se habló allí, ¡qué contenta estoy de relacionarme con los hombres en igualdad de condiciones sabiendo lo que todos buscamos sin perder el tiempo mareando la perdiz…! Y no me refiero al “aquí te pillo aquí te mato” sino al amor romántico con mucha pasión y muchas locuras de por medio. Me dio la impresión de que los jóvenes estaban todos como “coitadiños” frente al sexo contrario; que si el qué dirán, que si la cuadrilla de amigas y amigos impone mucho, que si te pones en pareja es poco menos que imposible desarrollar la personalidad en libertad… Me sentí en algún momento como un anacronismo, pero no por vieja yo, sino por antiguos ellos, recatados, temerosos, escaldados antes de que les caiga encima el agua hirviendo… y es que en la vida –y en el amor- hay que arriesgarse, pegar saltos sin red, romperse un par de huesos y aprender, seguir adelante, luchar, disfrutar…con menos miedo, caramba.

Tuve que decirlo en voz alta y clara: estoy orgullosa de ser una persona mayor, -mayor de cincuenta años-, estoy feliz de estar viva y con muchísimas ganas de vivir, con sueños y esperanzas por cumplir en el amor, (de nuevo y todavía) sin tirar la toalla a pesar de los descalabros habidos y de los que estén por venir; feliz de no trabajar ya fichando todos los días, pero de seguir ocupando un puesto activo en la sociedad, en una ciudad provinciana, eso sí, pero en la que se puede evolucionar como ser humano igual que en una gran urbe.

Mientras me maquillaba –la encantadora maquilladora- me confesó su ausencia total de miedo a cumplir los treinta a pesar de que casi todo su entorno lo ven como una especie de trauma. Bien, chavala, tú eres de las mías, llegarás lejos aunque sea dando saltos. Llegarás a los cuarenta y a los cincuenta y mucho más allá gracias a esa actitud positiva ante la vida y, sobre todo, disfrutarás mucho más que los que encorsetan a la gente por la edad que tiene.

¡Qué bonito es ser mayor aunque no se lo puedas hacer entender a una persona joven! Pero ya sabemos todos que la juventud es una enfermedad que se cura con la edad y eso mismo me ha pasado a mí, que ahora que estoy curada de todo (y de espanto) no me queda más que disfrutar de toda la vida que me queda por delante.

¡A por ellos, que son pocos y cobardes…!

En fin.
http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

*Post escrito hace dos años. Vivencias viejas, pero no obsoletas.
LaAlquimista
Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

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