sábado, 1 de marzo de 2014

Ventajas de no ir a trabajar (I) Guía para pre-jubilados



Sí, ya sé que conté hace tres semanas que me prejubilaba, pero todavía no ha transcurrido el tiempo suficiente como para que mi mente (y mi cuerpo, que no mi espíritu) se acomode a la nueva situación. Para empezar, el despertador biológico que tan sabiamente supo programar en su día el “Gran Hermano” empresarial sigue sonando a las siete menos veinte de la mañana. Y la verdad es que tampoco me importa tanto porque me ofrece la oportunidad de hacerle un guiño –o corte de mangas- al Calendario Laboral, darme media vuelta y seguir durmiendo con plena satisfacción.

Otra de las ventajas que estoy columbrando es el hecho de que si paso una mala noche por la ingesta indebida y exagerada de cualquiera de los alimentos –sólidos o líquidos- que tanto me hacen disfrutar, no pasa nada. Se supera el bache como se puede y se sigue durmiendo hasta las diez. ¡Qué se le va a hacer…¡ Y si luego hace falta rematar la faena con una siesta pues…más de lo mismo. Y además no tienes que ir al Ambulatorio a contarle tus pejigueras al médico de cabecera para que te dé una baja laboral. Por fin tengo derecho a ponerme enferma!

Me dicen en casa que estoy exagerando, que eso de sacarle únicamente ventajas al hecho de la prejubilación no puede ser sano y yo digo que, vale, que de acuerdo, que de lo mío gasto, que ya va siendo hora de que pueda sacar a pasear a ese “bicho” que todos llevamos dentro y que se ha pasado lustros amordazado y constreñido por mor de tantas y tantas reglas, leyes e impedimentos.

Y cocinar… darle la tabarra a mi “cashera” favorita (Carmen, del Mercado de San Martin) divagando sobre la textura de los tomates que cultiva y la vida en general, para volver a casa y, sin prisa, demorarme con regocijo en un sofrito, pelar unas vainas con la ventana abierta y la música a tope, sabiendo, consciente, con regodeo incluso, que comeré cuando esté la comida y con el reloj de la cocina castigado de cara a la pared.

Estoy empezando a vislumbrar muchas posibilidades nuevas para la cosa esa de la felicidad. Ya iré contando.

Lo de pararme a ver las obras que se hacen en la ciudad, eso lo dejo para el otro género; no quiero invadir terrenos.

En fin.

LaAlquimista


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