domingo, 2 de marzo de 2014

Ventajas de no ir a trabajar (4) Guía para pre-jubilados



Ando de celebraciones. Y no es que a mí haya que insistirme demasiado para que me apunte a cualquier brindis, pero eso de pre-jubilarse sólo pasa una vez en la vida (como tantas otras cosas a las que no les damos importancia porque no las apreciamos lo suficiente), así que, a lo tonto, voy ya por la tercera. Lo mejor de todo es ver que a una la aprecian –no perdamos la perspectiva-, pero también es interesantísimo apuntar consejos y observar reacciones.

Mis amigas y amigos trabajan todos todavía; algunos “a su pesar” y otros “afortunadamente”. Así que me animan y jalean con sus bienintencionados consejos de cuáles son las posibilidades fantásticas de no tener que ir a trabajar. En realidad lo que hacen es proyectar sobre mi persona sus deseos o elucubraciones mentales, pero bueno, es divertido escucharles.

Recibo, alucinada, la propuesta de apuntarme (todo de golpe) a: un curso de pintura al óleo, un grupo de teatro para la tercera edad, contar cuentos en una residencia de ancianos, asistir a la Universidad a los cursos para mayores de 55, aprender a hacer tai chi, apuntarme a una ONG como voluntaria, venderlo todo y largarme a dar la vuelta al mundo… Son simpáticas las ideas; algunas francamente horripilantes y otras demasiado vulgares y si ninguna me cuadra supongo que es porque estoy esperando a que surjan las mías.

Pero es que yo no veo la pre-jubilación como una ruptura radical en mi vida, un “antes y un después”, sino simplemente como lo que es: un cambio de ritmo en la danza existencial. Porque yo no voy a cambiar de carácter ni mi temperamento se va a ver afectado por el hecho de no tener que ir a trabajar a toque de corneta nunca más. Lo verdaderamente importante son las posibilidades. Hasta ahora no había cabida en mi vida más que para lo previsto, lo adecuado, lo rutinario y lo obligatorio. Esto incluía períodos vacacionales y momentos de auténtico relax, pero siempre rigiéndose –mi vida- por las normas y reglas previstas; aceptadas voluntariamente por mí en la mayoría de los casos, pero normas y reglas que me ataban al rebaño, que me uncían al carro.

Ahora ya no. Ahora tengo posibilidades que antes no tenía. Y una de ellas es la que he elegido. La que casi nadie me sugirió por no estar en el programa del Ayuntamiento para mayores de 55. Vivir con mayúsculas.

Sin más. Y sin menos.

En fin.

LaAlquimista

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50/

Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario