jueves, 6 de marzo de 2014

El cinismo produce ardor de estómago



A veces se sienten cosas raras, tan raras que da hasta vergüenza contarlas por temor a no saber expresarlas comme il le faut. Ciertos ramalazos de lucidez que no pueden ser desechados al intuir que se anda ya cerca de la fase de la vida en que se identifica uno con los personajes cínicos y perversos de los libros.

Si pudiera elegir creo que preferiría seguir alimentando a esa niña pequeña que vive desde hace más de cincuenta años conmigo, compensando el malestar que muchas veces le provoco con dulces y besos o simplemente con besos dulces. Pero no siempre hay, siento como si se me hubiera metido entre las raíces la mala yerba del cinismo y aunque la arranque con cada frase que me enfría por dentro, vuelve a crecer, se alimenta de decepciones, de noticias, de realidad, del cinismo ajeno también.

Me digo que yo no soy ésa, que ni soy ni quiero ser así y me esfuerzo cada mañana en vestirme de sonrisas y perfumarme de buenas palabras, escondo el cuchillo de sajar y meto en el bolso la nariz roja de payaso. Luego salgo a la calle, me tropiezo con la vida y vuelve a salirme el sarpullido cuando me pica la insinceridad y la ausencia de bondad humana y me vuelvo a poner triste (la otra opción es el cabreo) y ya no sé qué hacer con mi espada de madera que no sirve para nada.

La niña se vuelve a casa confusa, adolorida y con dolor de estómago.

En fin.

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50/

LaAlquimista

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apartirdeloscincuenta@gmail.com

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