viernes, 7 de marzo de 2014

El matrimonio. Un castillo asediado



Es una broma muy antigua. “El matrimonio se asemeja a un castillo asediado; los que están fuera luchan por entrar y los que están dentro pugnan por salir”. Los tiempos cambian, pero no tanto. En el siglo XXI ciertas costumbres medievales siguen todavía en vigor…

Me resulta muy curioso y me incita a la reflexión comprobar cómo personas “mal casadas” que intentaron (y consiguieron) por todos los medios huir de los muros de su prisión, con el paso de los años, van padeciendo una especie de amnesia progresiva que les hace olvidar los malos ratos, los malos rollos, los malos tiempos y empiezan a fantasear con la posibilidad de recuperar los buenos y nostálgicos años felices.

Los que sostienen que segundas oportunidades no son buenas saben lo que dicen. Por mucho que se intente no reproducir los viejos errores lo único que se consigue es sustituirlos por otros nuevos; pero errores al fin y al cabo. Queda el recelo, el mal sabor de boca, el inconsciente alerta siempre para detectar, como un escáner inflexible, cualquier actitud, discurso o postura que nos pueda recordar que “antes” ya ocurrió lo mismo. Son como ese “déjà vu” que tanto nos sorprende cuando lo sentimos y que, a la postre, no es más que la exteriorización de un miedo oculto. Y si se proyecta lo negativo, se aumentan las posibilidades de que se haga realidad.

Cuento esto por la tristeza que me produce ver a personas –hombres y mujeres- perfectamente válidas, generosas y con una gran capacidad de amar, que son impunemente rechazadas por aquellas otras que no han sido capaces de superar el trauma producido por la huída del castillo que un día les aprisionó. Y creen, sin poderlo evitar, que no hay más destino que el que arrastra a repetir las malas historias…y huyen como conejos.

Así se queda este prado verde convertido en un feo descampado salpicado aquí y allá de seres desorientados que quieren y no quieren, que buscan y se esconden, que desean amar pero sin que recibir daño. Los puedes encontrar cualquier sábado por la noche en un bar de copas. Ahogando sus miedos y sus deseos en alcohol y escondiendo su necesidad de amar tras una cortina de humo americano.

Qué pena.

En fin.

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50/

Laalquimista

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