viernes, 17 de enero de 2014

¡A leer tocan!


“-¿Qué estás leyendo?
- Uf, leer, qué más quisiera yo, si no tengo tiempo…”

¿Cuántas veces no hemos sido sujeto activo/pasivo de tal pregunta?. Excusa universal donde las haya, el ‘no tengo tiempo’. Bueno, pues ya no cuela, seamos serios, menos milongas, ahora es el momento, pasados los cincuenta, cuando ya no hay que llevar a los niños al colegio, ni cocinar para seis, ni meter horas extras. Aunque todo el mundo diga que lee, sí, sobre todo los que se engañan a sí mismos cada noche antes de dormir; media página y caen como ceporros.

Si partimos del supuesto (que no creo yo que sea demasiado suponer) de que no repudiamos los libros ¿por qué no le damos a la lectura su (alto) valor y la tratamos con reverencia?. No se trata de arrojarle las migajas del día, con el cansancio a cuestas, ya en el lecho con la crema puesta, no, de esa manera no se puede leer, las cosas hay que hacerlas bien o no hacerlas.

Leer es una actividad completa, digna, productiva, enriquecedora, pongámosla pues en su sitio, en un pedestal a ser posible. Ah, cuando cae un libro virgen todavía en las manos y lo hojeas, aspirando el aroma de las letras junto con el olor de la tinta sobre el papel. preludio del placer, prolegómeno del acto de amor de sumergirte de lleno en los brazos de la palabra.

Sillón + tranquilidad + libro = FELICIDAD (Pasajera, pero felicidad)

No importa lo que se lea (bueno, sí importa, pero hablo de literatura, los ensayos son para los que se lo toman más a pecho), porque a leer se aprende leyendo y el gusanillo no se muere, tan sólo hiberna, está deseoso y anhelante como un amante esperando a que le hagamos caso. Dedicar horas al día a leer es tan enriquecedor como dedicar horas a pasear o hacer ejercicio. Lunes y miércoles, pilates. Martes y jueves, lectura. Fin de semana, lo que caiga. No más excusas, que no se diga, que ahora ya tenemos TIEMPO.

Mi padre leía y leía y decía que esos eran sus viajes, sin pasaporte y calentito, mimetizado con su sillón de orejeras (que sigue en su sitio), con su copita de Remy (si era por la tarde) abducido por la emoción de la filosofía, protagonista de las novelas de Somesert Maugham, desentrañando misterios con Conan Doyle o blandiendo espadas con Dumas.

Todo se hereda.

En fin.





Foto: Amanda Arruti
Sugerencias de lectura:

- “La elegancia del erizo” Muriel Barbier
- “El príncipe negro” Iris Murdoch (o cualquiera de la autora)
- “Viajes con Heródoto” Ryszard Kapuscinski
- “El chino” Henning Mankell (o cualquiera del autor)
- “Instrucciones para arreglar el mundo” Rosa Montero (o cualquiera de la autora)
- “Diario de una buena vecina” Doris Lessing ****
- “Pulsa la estrella” Benoîte Frouet ****

**** Sobre la dignidad en el envejecimiento

Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario