domingo, 26 de enero de 2014

No pienso dejar de comer


No sé para qué tengo una báscula en el cuarto de baño; de esas que las programas y te dicen si tienes exceso de agua en relación con tu masa corporal pero que a la postre siguen indicando una cifra con la que no estás nada a gusto. Vale, lo reconozco, peso 5 kilos más de lo que marcan los manuales y para mi desgracia están perfectamente localizados, todos juntos, como viejos amigos.

Yo, hasta hace pocos años, era una mujer delgada; ahora soy una señora bien conservada. Aunque siga yendo a curiosear por H&M a ver si me cabe algo y a pesar de mi tendencia a vestirme como me da la gana, lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.
Así que he decidido que no pienso dejar de comer. Y como no quiero que se considere mi comentario superficial voy a explicar el porqué.

Acabo de terminar de leer –estremecida- el último libro publicado en España de Henning Mankell, ‘El ojo del leopardo’, una realidad documentada y aterradora sobre Zambia y el continente africano. Mankell escribe novelas y en algún momento una se pregunta cuánto es real y cuánto es producto de la imaginación del autor. En este caso, supongo que se ha debido escudar en su condición de novelista para que no le tachen de persona ‘non grata’ habida cuenta de que reside la mitad del tiempo en Mozambique.

Hay un párrafo que no se me va de la cabeza.

“Joyce Lufuma puede que tenga treinta y cinco años. Ha dado a luz cuatro hijas, tiene aún fuerza suficiente para triturar el maíz con un grueso tronco. En su vida no ha habido nunca sitio para la reflexión, sólo para el trabajo, trabajar para subsistir. Tal vez se haya imaginado vagamente que al menos dos de sus hijas van a poder vivir otra vida. Los sueños que tiene se los transmite a sus hijas. Golpea el maíz con el tronco como si fuera un tambor. Àfrica es una mujer que tritura maíz.”

No voy a dejar de comer para tener mejor tipo. Sobre todo teniendo en cuenta que mi lucha no sería contra las grasas saturadas y los azúcares refinados sino contra mi propia naturaleza, intentando negar lo que mi constitución ha llegado a ser después de haber vivido más de medio siglo. Así que he decidido que la balanza del cuarto de baño está equivocada. A mí no me sobran cinco kilos. Son míos y punto.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

2 comentarios:

  1. Pues me encanta. Y Mankell es el mejor.

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  2. Dí que sí, Ana... cuanto antes nos aceptemos como somos antes dejaremos de sufrir.

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