miércoles, 29 de enero de 2014

Los sueños de toda una vida


No recuerdo a partir de qué edad empecé a tener sueños, proyectos de vida, ambiciones de futuro. Supongo que todo comenzaría a partir de los primeros libros leídos (entonces no se accedía a la televisión con facilidad –parece increíble, como si estuviera hablando de la era de las cavernas-), de las historias que me contaba mi padre antes de dormir, de cuando la imaginación empezó a tomar parte activa en mi existencia cotidiana.

‘La vuelta al mundo en ochenta días’, la magnífica novela de Verne fue, sin duda alguna, mi pequeña ambición de andar por casa hasta los doce o trece años. Mi sueño no era subir en globo, montar en barco o viajar en tren, sino la aventura continua de la peripecia, la emoción de lo desconocido, la sensación de movimiento, de energía producida y consumida en algo mucho más interesante que la presumiblemente aburrida rutina.

Ahora, después de tantos años, tengo que agradecer a mi madre que no me permitiera leer ‘cuentos de hadas’, que se esforzara, en una lucha sin cuartel, para que en casa no entraran lecturas alienantes para la mujer (éramos cuatro sus hijas), para que nuestros sueños no se limitaran a encontrar ‘un buen partido’ y pasar por la vida sin más sueño por delante que ser ‘la señora de’.

Ahora, después de tantos años, sigo soñando con la próxima etapa de mi viaje. Pasada otra página más, cumplida otra andadura, busco en mi mapa vital el camino hacia la nueva aventura que me espera para formar parte de los sueños de toda una vida.

En fin.


Foto: Amanda Arruti

Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

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