viernes, 24 de enero de 2014

Soltarse el pelo


Era costumbre bien vista que cuando una joven se casaba cortase sus cabellos; las solteras podían llevar melena, las casadas, no. Entre las mujeres de mi generación esa práctica se observaba en no pocas ocasiones. Quien no quisiera darle importancia no se la daba y punto; pero si le buscabas tres pies al gato llegabas fácilmente a la conclusión de que ese ‘corte’ era un gesto de sumisión (como tantos otros).

El cabello da para mucho símiles: “se te va a caer el pelo”, “te voy a dar para el pelo”, “de medio pelo”, “tirarse de los pelos” pero tan sólo uno me gusta: “soltarse el pelo”. O sea, atreverse a obrar o hablar sin miramientos. Los hombres no se sueltan el pelo, ellos no parece que tengan esa necesidad.

Es un acto silencioso, íntimo y personal de la mujer, una especie de pequeña reivindicación de andar por casa, pero más que necesaria en algunas ocasiones. Cuando ya alguien tiró demasiado de la cuerda, al pasar de una estación a otra, cuando abres el armario y ves que te has vestido durante todo el invierno de negro y gris, cuando te dan el resultado de un análisis y es mejor de lo que esperabas…

Soltémonos el pelo, por favor, una vez más…aunque lo llevemos corto, una transfusión de alegría, una limpieza de cutis para el alma, un portazo a tiempo…

En fin.



Foto: C.Casado

Por si alguien desea contactar:
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