sábado, 18 de enero de 2014

Cómo convertir a una mujer en una bruja



De todos es conocida la fórmula para que una rana se convierta en príncipe, también se sabe la loca mutación de una sirena en bella doncella e incluso otro cuentista nos contó el cuento del cisne que se travistió en princesa, procesos todos ellos patrocinados por el ministerio del amor. Pero el amor es un tahúr que hace trampas en nuestras narices y subvierte el proceso cuando se cansa de ser el bueno de la película.

Ahora explicaré cómo una mujer puede convertirse en una bruja, pero que no se me enfade nadie, tan sólo que deje volar la imaginación y piense si, en el fondo, no podría ser posible, si no ha ocurrido alguna vez.

Cuando el amor se va los ojos que te miran se tornan lupas, jueces inmisericordes, verdugos implacables, no hay sortilegio que detenga el proceso de deterioro, ni contrahechizo que valga. Allá donde antes florecía una graciosa peca ahora queda una vulgar verruga, la frondosa cabellera se transforma en el mocho de fregar, los ojos vivaces en carbones, el olor fragante de la piel en sudores imposibles, las largas uñas en curvas garras, la varita mágica en basta garrota; los besos son mordiscos, las caricias arañazos, el perfume efluvio de cloaca, las palabras alaridos y el pedestal donde nos subieron es ahora una escoba.

Pues bien, cuando eso ocurra nos subimos en la escoba y….¡a volar!

En fin.

Próximo capítulo: “De cómo se convierte un príncipe en sapo verrugoso”.
http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

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