lunes, 13 de enero de 2014

Valorar la buena salud


Está demostrado que uno aprende a valorar a partir de la pérdida porque el ser humano, además de ser bueno por naturaleza (Rousseau) y un lobo para con el hombre (Hobbes), puede ser todavía más tonto si se lo propone (Marx, Groucho). Echar en falta a alguien cuando ya se ha ido y no haberle tenido en cuenta mientras estaba a nuestro lado es uno de los mayores errores que habitualmente se cometen.

Lo mismo nos pasa con la salud; mientras dura la juventud es un tema ajeno del que sólo hablan los mayores y cuando se empieza a ser mayor parece que es el ÚNICO tema importante. Me he dado cuenta hasta en el ascensor; antes se comentaba el tiempo, ahora te dicen “¿qué tal la pierna?” o “tienes mala cara, ¿estás con gripe?”.
Y si dices que bien, a todo bien, el otro o la otra, te enumera en lo que dan de sí, y dan mucho, nueve pisos, sus males y los de su cuñada.

Hablamos de la salud más que de otras cosas y no me acaba de gustar, por eso cuando alguien empieza con la enumeración de cuitas varias intento zanjar el tema lo antes posible y darle la vuelta. Sí, me he caído y tengo la pierna escacharrada, pero el hígado de maravilla, el corazón como un tambor, los pulmones como la patena y así hasta que me miran con una cara como diciendo, vaya, qué asco, una persona sana.

Vivimos en una sociedad que no valora la buena salud cuando se tiene. Es decir, la buscamos siguiendo consejos mercantilistas o creemos alcanzarla si propiciamos la ingesta de elementos –que no alimentos- ad hoc. Y sin embargo, estamos mucho más sanos de lo que cabría esperar a nuestra edad y no valoramos la salud…hasta que se va.

Como algunos amores.

En fin.


Foto: Amanda Arruti

Por si alguien desea contactar:
apartirdeloscincuenta@gmail.com

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