lunes, 19 de mayo de 2014

Queda mucha gente amable todavía

 
De vez en cuando hay que hacer gestiones para las que es necesaria la presencia física y reconozco que me he acostumbrado mal, que llevo varios años evitando al funcionariado institucional gracias a Internet y eso que agradece mi paz interior y mi estado mental. Pero el Departamento de Juventud se apunta al carro europeo de los Campos de Trabajo y te dan cinco días naturales (cinco) para presentar un carropapeles en ventanilla, así que no queda más remedio que “dar la cara”, porque Correos ya no es lo que era y es mejor ir personalmente en persona –que si no luego te dicen que les ha llegado el Certificado con retraso y te quedas a dos velas.

Así que seguí las instrucciones y cuando he acudido a la dirección indicada (en el quinto pino) me encuentro con que no era allí, sino en la otra punta de la city. ¡Cachisenlamar y en todo lo que se mueve! El funcionario que me atiende me mira con simpatía cuando le digo eso de: “pero si a mí me han dicho que era aquí…” y agarra el teléfono para cerciorarse de que ahora me envía al lugar adecuado. Me despido de él abatida y con el turbo puesto porque si encima llego tarde y pillo la otra oficina cerrada me da un patatús (y a mi hija otro, of course).

Cuando ya estaba casi en la esquina de la calle oigo a mis espaldas los gritos de “!Señora, Señora! (esa soy yo), me vuelvo y me lo encuentro allí, en la acera, al funcionario, que había salido detrás de mí haciéndome señas; el bolso, el móvil, las gafas…¿qué me he dejado olvidado en el mostrador?

No salgo de mi asombro cuando me dice que una furgoneta de servicio interno va hacia la oficina a la que tengo que ir y que si quiero me pueden llevar… Oh, ah y más oohhs…! ¡Este es mi día de suerte, voy a comprar algo a los ciegos!

El hombre que me lleva amablemente se presenta como escritor de novelas de ciencia ficción y me regala varios marca-páginas con la publicidad de sus libros mientras me explica cómo combina su trabajo con su locura por escribir. Entre atascos y semáforos en rojo me hace un resumen somero de su sueño, de su proyecto vital. La curiosidad me pica y cuando llego a casa y busco en Internet… ¡!madre del amor hermoso!

Chapeau para ti, amigo Juan, gracias por tu amabilidad, por tu simpatía, por hacerme un favor sin habértelo pedido, pero sobre todo por confirmarme -tú y tu compañero de trabajo- que sigue existiendo gente amable. Seguiremos la “cadena de favores” de la mejor manera que podamos…

En fin.

www.jmoro.net

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

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