miércoles, 7 de mayo de 2014

Paris. "Carnet de voyage". Picnic en la Torre Eiffel

 
Que me guste el arte moderno es algo que no puedo ni quiero remediar y el M.A.M. (Musèe d’art Moderne de la Ville de Paris) dedicado al arte del siglo XX me atrae irremisiblemente cada vez que visito la ciudad y no únicamente por su colección permanente de la que, por cierto, faltan desde Mayo 2010 –robados por mano profesional- "Paloma con guisantes" de Pablo Picasso,"La Pastorale" de Henri Matisse, "El olivo cerca del Estanque" de Georges Braque, "Naturaleza muerta con candelabros" de Fernand Leger y “Una mujer con un ventilador" de Amedeo Modigliani, sin que se hayan podido recuperar ni volver a saber nada de estas “fruslerías”.



La exposición “Van Dongen, Fauve, anarchiste et mondain” está en el programa por derecho propio y no defraudó nuestras expectativas. Si bien la entrada al Museo es gratuita no lo es para las exposiciones temporales (otros 10€ del ala) pero a mí no duelen prendas en esto del Arte.



La otra mitad del gran edificio construido para la Exposición Internacional de 1937 está ocupado por Le Palais de Tokyo donde el arte de vanguardia y su expresión conceptual, instalaciones y performances se llevan a cabo después de pasar por la caravana/taquilla de la entrada. A destacar su terraza interior, divina para comer en silencio, ya que el restaurante en sí parece sacado de un edificio de los años 50 a medio construir y a medio decorar: sencillamente horrendo por mucho que se las dé de “rompedor”.



Desde la terraza del Museo tenemos la Torre Eiffel a tiro de piedra y es el momento adecuado, después de casi dos horas disfrutando de las pinturas de Van Dongen a su paso por “Le Bateau Lavoir”, Marruecos, España y Montparnasse, de dar descanso al cuerpo y ¿qué mejor que un inmenso jardín donde poder sentarse sobre el césped, extender la pañoleta de rigor y sacar el picnic? Y como fondo la Tour. ¿Alguien puede pedir más?



Hacer “piquenique” junto a la torre Eiffel es un clásico para los parisinos. No habiendo en sus alrededores absolutamente ningún restaurante, bistrot o chiringuito donde comer decentemente (excepto los infumables hot dogs, crêpes industriales y helados grasientos) el viajero avisado (que no el turista despistado) sabe que puede llevarse el propio condumio y disfrutarlo “à la remanguillèe”. Servidora, que tiene ideas de bombero que luego son celebradas, compró en la rue de la Roquette un pollo asado bien “cruz-crús”, que bien cortado en pedacitos y dentro de su tupper fue disfrutado (o devorado)–todavía templado- como si fuera un manjar de dioses. Por el módico precio de 5€. Increíble, pero cierto. Regado con cerveza y de postre una siesta bajo un árbol que fue el placer hedonista del día. Al lado las japonesas con su paraguas-sombrilla que me dieron el apoyo moral para abrir el mío y proteger mi blanca piel del sol inclemente. (Lo mío con el sol es una pelea que el astro tiene perdida de antemano).

Pensaba callar el paseo que dimos en una navette por el Sena para complacer a W. que, la verdad, no se queja de nada y se lo merece, así que lo confieso: hubo turistada. “Nobody is perfect…”

El paseo desde el Quai de Branly –otro magnífico museo de igual nombre que merece capítulo aparte- hasta Concorde despejó la mente, pero cansó las piernas, así que recurrimos al transporte público para regresar a la Plaza Leon Blum que es nuestro punto de partida y origen.



Como no habíamos comido con fundamento y en esto del estómago yo no perdono una, le propuse a mi amiga ir a cenar a un restaurante coreano de lo mejorcito que hay por Paris. “OssekGarden” se llama y está en Boulevard République, 11. La barbacoa coreana –qué pena que no haya en Donosti- es divertida, sabrosa, estimulante y diferente. (menú completo, con “bibimbap”, difícil de terminar por 19,80€, lo juro). Con varios entrantes riquísimos y la carne marinada que se va cociendo poco a poco en el centro mismo de la mesa, un buen vino –aparte, of course- y hambre, es el digno colofón a una jornada andarina e intensa.



De vuelta a casa, nos preparamos un MEGACUBATA de Ron de Guadalupe (había provisión de alcohol en el apartamento, un poco disimulada pero la encontramos…) que compartimos en la terracita al aire templado y envolventemente acogedor de la noche parisina.

Casi nada…

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

Fotos: C.Casado

*Viaje realizado en Abril 2011

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