viernes, 30 de mayo de 2014

Una adolescente de 51 años


Dicen por ahí que la realidad supera la ficción, que lo que muestran en las películas es pecata minuta en comparación con lo que es real como la vida misma y esos ejemplos clarísimos los tenemos cada día si estamos atentos a las noticias del telediario, pero hay casos que no son noticia porque son situaciones felices y ya se sabe que venden más los horrores que los dulzores. Pero a lo que voy.

Gente que se divorcia después de veintiocho años de matrimonio y con tres hijos de por medio hay más bien poca porque existe un punto de no retorno difícil de franquear. No obstante, el Juzgado de Familia da cuenta del abanico completo de posibilidades al efecto que van desde los que están esperando que se cumpla el tiempo mínimo preceptivo de convivencia matrimonial para poder entablar la demanda de separación como los que deciden poner punto y final a su historia de amor con varios nietos en su haber.

Lo dicho: veintiocho años juntos y tres hijos mayores de edad. Un hombre y una mujer que deben “reinventarse” a sí mismos para poder seguir adelante. A él no lo conozco demasiado, pero ella forma parte de mi círculo cercano de amistades y cuando me comunicó –hace ya casi dos años- que habían “roto la baraja” porque la convivencia se había convertido en un páramo de silencios sobre el que caían demasiado a menudo tormentas devastadoras, me soltó el discurso de que los hombres se habían acabado para ella por los siglos de los siglos amen.

Pero la vida nunca se nos presenta como la habíamos imaginado, es un guión que se reescribe cada cierto tiempo, con correcciones sobre la marcha e inclusión de nuevos personajes secundarios que se abren paso a codazos hasta situarse en el papel estelar.

Desde hace unas semanas, esta mujer que siempre ha sido seria y poco dada a demostraciones salidas de tono, se ha visto sometida –sin buscarlo ella- a un tratamiento de rejuvenecimiento que para sí lo quisieran los de Hollywood: se ha enamorado como una cría.

Y han aparecido sonrisas olvidadas en su rostro y faldas de colores en su armario, las llamadas de después de cenar contando penas son ahora sobremesas entre velas y música romántica, el tiempo corre veloz sobre un calendario que no da abasto para todo lo que tiene que hacer, para todo lo que quiere hacer porque son muy fuertes las ganas y el deseo de aprovechar la vida, esa misma vida que hace un par de años se le presentaba como un camino polvoriento a recorrer con los pies descalzos.

Esta mujer de cincuenta y un años se ha convertido en una adolescente que no tiene más deseo que disfrutar de la vida y del amor que ha tenido en suerte conocer. ¿Retroceso intelectual o salto hacia delante? Las voces que la critican –porque no podía faltar la envidia disfrazada de prudencia y contención- no saben nada de la vida. Y menos del amor y del milagro que puede transformar a las personas.

Ahora tengo otra amiga feliz. A ver si va a ser contagioso…

En fin

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

Pôst escrito en Mayo 2011

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