miércoles, 14 de mayo de 2014

La patada en la boca

Transitar por la vida con cuidado de no recibir un navajazo si los pasos nos llevan por caminos inhóspitos hace que los sentidos estén alerta y que el miedo nos proteja de la agresión ajena. Así sobrevive cualquiera que tenga dos dedos de frente y cuarto y mitad de sentido común. El bosque y sus alimañas ponen en marcha nuestros mecanismos de defensa y la secreción torrencial de adrenalina es el mejor escudo protector.

Pero la patada en la boca nos la dará aquel que más cerca esté; esa persona de toda nuestra confianza con la que nos sentimos cómodos, con la que siempre tenemos la guardia baja –obviamente- y ningún atisbo de preocupación. Ese ser humano del que diremos que “es buena persona” porque nunca nos ha hecho daño y estamos seguros de que no nos lo va a hacer; incluso nos pegaremos la chulería de decir eso de “yo pongo la mano en el fuego…”

Y es lógico; si no confiáramos en nadie, si estuviéramos siempre alerta y prestos al ataque –o a la defensa- nuestra vida quizás tendría menos heridas y cicatrices, pero tampoco podríamos dormir más de tres horas seguidas en la santa paz de la tranquilidad.

Patadas en la boca me han dado unas cuantas; zancadillas –ese remedo del golpe contundente- me habrán puesto por cientos, unas las salté a tiempo, de otras ni me enteré y otras, –las más- me hicieron dar con los incisivos en el suelo, pero no es tan difícil sacudirse el polvo, ajustarse la mandíbula y recomponer el paso. Una tiene buena dentadura, algo descolorida por el uso y abuso del tabaco –treinta años de nicotina no perdonan- pero bien afilada y en su sitio para masticar lo intragable, triturar lo demasiado duro y desgarrar lo incomestible que tiene la vida.

Pero cuando te dan una patada que no te esperas –porque si te la esperases te protegerías o echarías a correr- el factor sorpresa duele más que toda la sangre que brota de las encías aplastadas. Duele tanto más la traición de la confianza depositada que el saber que la tendremos que retirar para siempre de esa persona. Y eso hace un amigo menos, un amor menos, un sueño menos…

En fin.
http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista

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