martes, 6 de mayo de 2014

Paris. "Carnet de voyage". Giverny, Monet y Bonnard


Llevaba años intentando visitar Giverny, el emplazamiento mágico que Monet supo regalarse para ser uno con los colores de la naturaleza. Siendo como es un jardín exuberante, la visita no puede realizarse más que durante los meses en que las flores alcanzan todo su esplendor y estando a 80 kms. de Paris lo ideal es poder contar con alguien que quiera participar de la excursión. Mi amigo inglés se brinda a llevarnos a W. y a mí junto a otra amiga británica - y a compartir un día de asueto además de su vehículo para realizar esta florida y deseada escapada. Partimos pues los cuatro ilusionados y felices camino de Giverny…


 
Mi amigo inglés es un fotógrafo delicado que encuentra el momento perfecto para disparar su cámara sin molestar a nadie. Sus fotos –y su compañía- son el mejor regalo para el recuerdo.



En esta recién estrenada primavera faltan todavía las rosas por eclosionar, pero tulipanes, pensamientos y tantas flores a las que no sé dar nombre, regalan sus colores a la paleta imaginaria del visitante.



El termómetro ha descendido una docena de grados en veinticuatro horas y la humedad ambiental –a pesar del sol- hace que el paseo por los bellos jardines esté perlado de escalofríos. Sin embargo, al llegar al lago y al jardín japonés, con sus puentecitos de tantas postales, los nenúfares (ahora ausentes) de los muros de l’Orangerie, las viejas barquitas en las que se sentaba el pintor y los sauces inmensos sobre el agua limpia, el alma comienza a caldearse mientras se imagina el espíritu del artista asomando por entre los bambúes.



La casa de Monet es todo un tributo a la emoción que le producía el color. El estudio de abigarradas paredes con sus cuadros y la luz invadiéndolo todo; amarillos imposibles en el salón/comedor, los azules inventados en la cocina, verdes y lilas en los dormitorios… Todo es tan perfecto, tan luminoso y bello que casi se agradece que no esté permitido tomar fotografías del interior haciendo que la retina guarde en lo más hondo el regalo de esta belleza perfecta.



Y como marco para este cuadro bucólico las nubes ceden al empuje de los vientos y descubren el regalo solar en todo su esplendor cuando nos sentamos a comer en un pequeño restaurante situado justo al otro lado de la calle; el jardín donde se hallan las mesas imita al de Monet y nos sentimos felices y satisfechos. No hay apenas visitantes, es un lunes friolento y se nota (y se agradece), por lo menos la ausencia de las multitudes que visitan este encuadre perfecto en época estival.



http://es.wikipedia.org/wiki/Giverny

No dejamos de visitar el Museo Impresionista de Giverny donde se acaba de inaugurar una exposición de Bonnard. Otro lujo más para un día perfecto.



El retorno a Paris se hace en silencio. Mi amigo inglés conduce sonriente mientras Pink Floyd pone música a lo que sentimos. Todavía hay luz suficiente como para dar un paseo por el Marais y reposar el día en una terracita calma a espaldas de la rue des Rosiers.

Encontramos un “traiteur” con deliciosas viandas con que confeccionar una cena tranquila “chez nous”. Llega la medianoche y los sueños estarán llenos de flores…

http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50

LaAlquimista
Fotos: Nigel Barnett

*Viaje realizado en Abril 2011

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