Tengo una amiga con memoria de elefante y otra con memoria-pez. Entre una y otra vamos reconstruyendo un pasado (el común) que cada vez tiene más lagunas –cenagosas. Cuando no consigo recordar cómo se llamaba aquel muchacho (tan guapo) que me llevaba a pasear melena al viento en una moto sin tubo de escape, llamo a la amiga que se acuerda de todo y asunto resuelto. Pero el otro día, la que siempre ha tenido la memoria hecha un lío, cuando hablábamos de un episodio juvenil y común del que, por supuesto, ella no se acordaba, se me ocurrió apuntar que, posiblemente, ese recuerdo desagradable lo había borrado de su memoria voluntariamente. A modo de sistema defensivo o barrera protectora.
Si dije, ya dije. Para mi pasmo y sorpresa reconoció que, efectivamente, durante toda su vida había utilizado el sistema de la “borragoma mental” para olvidarse de lo que no le interesaba almacenar como recuerdo; si bien –decía- el sistema no es totalmente efectivo puesto que “recuerdas que has olvidado”, algo así como tener una “papelera de reciclaje” abierta en la que vas depositando las vivencias y situaciones de tu vida que consideras obsoletas o simplemente inútiles, pero que está ahí, como un icono a la izquierda de tu pantalla mental, para que no olvides…
Lejos de escandalizarme por haberme estado engañando durante años con lo de su “memoria pez”, sentí que un rayo de luz –hiriente- atravesaba mi mente porque supe en un instante que yo también había utilizado ese mismo sistema en muchas ocasiones. Pero, ¿de qué me suena a mí esta historia…? ¿Dónde he visto yo antes esa actitud, esa forma de comportarse?
No inventamos nada, tan sólo repetimos lo visto y aprendido, captamos los mensajes subliminales que nos echaron en la papilla y los silencios, los secretos, los olvidos programados pasan a formar parte de ese magma de vida que no nos interesa recordar. Y aprendemos a “echar balones fuera” aunque no nos haya interesado nunca el fútbol.
En fin.
http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50
LaAlquimista
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